Las parejas llevan siglos confirmando su amor por el otro comprometiéndose y casándose, y todo empieza con la propuesta de matrimonio perfecta. Algunos buscan inspiración para una propuesta de matrimonio original. Otros prefieren mantener la tradición arrodillándose y deslizando el anillo de compromiso en el dedo de ella desde esta posición. Pero, ¿fue siempre ésta la forma tradicional de pedir matrimonio? ¿Y por qué los hombres se arrodillan?

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Cómo se comprometía la gente antes

Los matrimonios solían ser una especie de transacción comercial entre dos familias. La mujer no tenía muchos derechos y era vista como una posesión del hombre. No era muy romántico. Afortunadamente, Maximiliano de Austria introdujo algunos cambios positivos en 1477. Fue oficialmente el primer hombre de la historia que regaló a su amada, María de Borgoña, un anillo de compromiso de diamantes.

La clase alta adoptó esta costumbre y nació una nueva tradición. Por supuesto, el anillo de compromiso tuvo que realizar primero un largo viaje. El anillo de compromiso con un diamante no se popularizó entre todas las capas de la población hasta que el hombre descubrió el diamante en África en 1870.

Por qué el hombre se arrodilla

Arrodillarse no tiene mucho que ver con la propuesta de matrimonio y el anillo de compromiso. La costumbre surgió en la época de los caballeros como señal de respeto a su señor. También es la posición que adopta el caballero cuando recibe su título de caballero. Arrodillarse también era muy común durante las ceremonias religiosas. Se pensaba que arrodillarse mostraba respeto y lealtad, dos factores absolutamente esenciales en un buen matrimonio. Por tanto, era muy lógico que se adoptara esta costumbre para la proposición de matrimonio.

Otra posible explicación de esta tradición

Otra posible explicación para arrodillarse durante una proposición de matrimonio es que un hombre parecerá mucho menos dominante cuando esté en esta posición. Muchos hombres son mucho más altos que sus parejas y hacer la pregunta de pie podría parecer bastante intimidante. O también podría simbolizar la rendición o la sumisión.

Al fin y al cabo, la gente solía adoptar esta postura cuando estaba dispuesta a rendirse ante el enemigo en el campo de batalla. Aunque, desde un punto de vista más romántico, es probable que arrodillarse se convirtiera en una tradición para representar la entrega del corazón del novio a su futura esposa.

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