La emperatriz Eugenia probablemente tenía una de las colecciones de joyas más grandes de todos los tiempos y en ese momento era muy particular para ella ser una diseñadora y una artista. Ella siempre quiso personalizar sus joyas y no dudó en que sus joyas de diamantes y otras piezas fueran desmontadas por su joyero favorito para crear otras nuevas.
Se sabe que tenía una gran colección de variadas piezas de joyería, desde joyas de diamantes hasta aretes de araña, broches y piezas de joyería inspiradas en animales, como el pavo real y las libélulas.
Aparentemente, la emperatriz Eugenia también era una gran amante de las perlas, y tenía una extensa colección de collares y aretes que presentan la perla en todas las formas posibles.
Hoy, lo que queda de su colección es visible en algunos museos como el Louvre en París o pertenece a coleccionistas privados, ya que algunas de sus piezas se vendieron en una subasta en varias ocasiones.
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